“El
PH ácido de la sangre es el causante del 98% de las enfermedades
degenerativas y mortales del hombre, y principalmente del cancer”.
Otto Heinrich Warburg (1883-1970).
En el año 1931 el científico Otto Heinrich Warburg (1883-1970) recibió el premio Nobel por descubrir la causa primaria del cáncer en su tesis "La causa primaria y la prevención del cáncer". Según el Sr. Warburg, el cáncer es la consecuencia de una alimentación antifisiológica y un estilo de vida antifisiológico. ¿Por qué?
“Una
alimentación antifisiológica (dieta basada en alimentos acidificantes y
sedentarismo), crea en nuestro organismo un entorno de acidez y éste, a
su vez, provoca la expulsión del oxígeno de las células.”
El Sr. Warburg afirmó:
"La falta de oxígeno y la acidosis son las dos caras de una misma moneda: cuando usted tiene uno, usted tiene el otro".
"Las substancias ácidas rechazan el oxígeno; en cambio, las substancias alcalinas atraen el oxígeno".
"Privar a una célula de oxígeno durante 48 horas puede convertirla en cancerosa".
"Todas las células normales tienen un
requisito absoluto para el oxígeno, pero las células cancerosas pueden
vivir sin oxígeno (esta es una regla sin excepción)".
"Los tejidos cancerosos son tejidos ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos".
Warburg
escribió en 1968: “pronto recibiré un tercer premio Nobel, porque de
aquí a dos o tres años habré solucionado el problema del cáncer”.
Falleció dos años después a las puertas de su gran descubrimiento. Desde
entonces la investigación para la cura del cáncer se desvió de los
métodos nutricionales hacia los actuales métodos químicos, físicos y
genéticos, todavía sin resultados convincentes.
En su obra "El metabolismo de los tumores", Warburg demostró que todas las formas de cáncer se caracterizan por dos condiciones básicas: la acidosis y la hipoxia (falta de oxígeno). También descubrió que las células cancerosas son anaerobias
(no respiran oxígeno) y no pueden sobrevivir en presencia de altos
niveles de oxígeno. En cambio, sobreviven gracias a la glucosa siempre y
cuando el entorno este libre de oxígeno.
Por lo tanto, el cáncer no sería nada
más que un mecanismo de defensa que tienen ciertas células del organismo
para continuar con vida en un entorno ácido y carente de oxígeno. Las células sanas viven en un entorno alcalino y oxigenado,
lo cual permite su normal funcionamiento. Una vez finalizado el proceso
de la digestión, los alimentos generarán una condición de acidez o
alcalinidad al organismo en función de la calidad de las proteínas, los
hidratos de carbono, las grasas, los minerales y las vitaminas.
El resultado acidificante o alcalinizante se
mide a través de una escala llamada PH, cuyos valores se encuentran en
un rango de 0 a 14, siendo el PH 7 un PH neutro. Es importante saber
cómo afectan a la salud los alimentos ácidos y alcalinos, ya que para
que las células funcionen en forma correcta y adecuada su PH debe ser
ligeramente alcalino. En una persona sana el PH de la sangre se encuentra entre 7,40 y 7,45. Tener en cuenta que si el PH sanguíneo cayera por debajo de 7 entraríamos en un estado de coma próximo a la muerte.
La alcalinidad es lo opuesto de acidez, este término se interpreta en forma muy limitada, la acidez se asocia al clásico ardor estomacal o a los flujos. La adecuada comprensión y la posterior corrección de la acidificación orgánica,
servirá para resolver la mayor parte de los grandes problemas que
afligen a la salud pública. Estos conceptos han sido científicamente
demostrados por grandes investigadores de nuestro siglo y utilizados
desde tiempos remotos en la medicina oriental.
Dado
que la química corporal genera infinidad de reacciones y exigencias
especificas, intentaremos comprender aquí como funciona el mecanismo
base del equilibrio acido-alcalino a nivel celular. Los trillones de
células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar
residuos y renovarse constantemente. A fin de satisfacer esta exigencia
vital, la sangre cumple dos funciones vitales para el correcto
funcionamiento celular: llevar nutrientes (sobre todo oxigeno) y retirar
los residuos tóxicos que genera la transformación (metabolismo) de
dichos nutrientes. A nivel celular se produce una especie de combustión
interna, que libera calor corporal. Los residuos que se originan en este
proceso de combustión, son de naturaleza ácida y
deben ser evacuados del organismo mediante la sangre, a través de las
vías naturales de eliminación (hígado, riñones, pulmones, piel).
Para cumplir eficazmente dicha tarea, y
por otra cantidad de razones orgánicas, el plasma sanguíneo debe de
mantenerse con un ligero nivel de alcalinidad. El PH de la sangre puede
oscilar en un estrecho margen: entre 7.35 y 7.45 (“arriba de siete”). Al
transgredir estos limites, la sangre pierde capacidad de almacenar
oxigeno en los glóbulos rojos y también pierde eficiencia en la tarea de
eliminación de los residuos celulares. En pocas palabras, la sangre no
nutre y no limpia las células, génesis profunda de cualquier enfermedad.
Para dar una idea del estrecho margen de maniobra del PH sanguíneo,
digamos que al descender de 7 se produce el coma diabético
y la muerte. Cuando se incrementa el nivel de acidez sanguínea, varios
mecanismos (tampones) buscan restablecer este vital equilibrio. En todos
los casos se requiere eliminar toxinas y metales pesados, con la
suficiente presencia de bases (álcalis) que neutralicen los ácidos. O
sea que un eficiente metabolismo celular exige un constante flujo de
sustancias alcalinas, con el fin de poder eliminar y neutralizar los
ácidos provenientes del alimento y del metabolismo celular.
En primera instancia y como mecanismo
más simple hay que eliminar toxinas y metales pesados, y a su vez la
sangre obtenga suficientes bases de los alimentos.
En caso de carencia (tanto por excesos
de ácidos circulantes como por deficiencia nutricional de bases), la
sangre echa mano a dos mecanismos de emergencia para preservar su
equilibrio, uno consiste en derivar ácidos, depositándolos en los
tejidos a la espera de un mayor aporte alcalino. Esto genera (reuma,
problemas circulatorios, afecciones de piel, etc.) El otro mecanismo es
recurrir a su reserva alcalina: las bases minerales (calcio, magnesio,
potasio) depositadas en huesos, dientes, articulaciones, uñas y
cabellos. De este modo, la sangre se convierte en un “saqueador” de la
estructura orgánica, con el único objetivo de restablecer el vital
equilibrio acido-básico que permite sostener el correcto funcionamiento
orgánico.
Esta lógica funcional es la homeostasis
orgánica, que significa “mantener la vida generando el menor daño
posible”, para el organismo, una menor densidad ósea no significa
peligro para la vida, pero sí un PH acido en la sangre. Así funciona el mecanismo de la descalcificación y la desmineralización.
Los huesos ceden calcio en forma de sales alcalinas, se hacen frágiles y
hay osteoporosis; las piezas dentales se fisuras con facilidad y surgen
caries; las unas muestran manchas blancas y se tornan quebradizas; las
articulaciones degeneran y hay artrosis; el
cabello se debilita y se cae; se advierten lesiones en las mucosas,
piel seca, anemia, debilidad, problemas digestivos, afecciones de vías
respiratorias, infecciones, sensación de frio, etc. Normalmente no se asocian estos síntomas con la acidez.
Un ejemplo es la osteoporosis, clásica enfermedad de acidificación.
Sin embargo se le combate inadecuadamente con alimentos (lácteos) que,
por su aporte acido, agravan el problema. Otro ejemplo es la anemia,
cuadro que consiste en la baja capacidad de lo glóbulos rojos para
suministrar el oxigeno adecuado a los tejidos del cuerpo. Como vimos,
esto es consecuencia de la acidificación sanguínea. El sentido común nos indica que frente a osteoporosis y anemia, lo correcto es atacar la causa profunda del problema: alcalinizar el organismo para neutralizar su acidez.
Por lo anterior podemos concluir que
para permitir el normal trabajo de la sangre y las células, debemos de
ser cuidadosos en la parte que realizamos a nuestro cuerpo a través de
los alimentos que ingerimos. Por un lado tratamos de evitar alimentos (y
situaciones, según veremos mas adelante) acidificantes, y por otro
incrementando la provisión de bases a través de una mayor ingesta de
alimentos alcalinizantes.
Todo esto complementado por un buen aporte de oxigeno, a través del
necesario movimiento, y un correcto funcionamiento de los órganos
depurativos encargados de eliminar ácidos.
LA ACIDEZ, CAUSA DIRECTA DE CÁNCER.
Las Células Sanas viven en un entorno alcalino, y oxigenado, lo cual permite su normal funcionamiento. Las Células Cancerosas viven en un ambiente extremadamente ácido y carente de oxigeno.
El Doctor George W. Crile, uno de los cirujanos más importantes del mundo declaró abiertamente:
“Todas las muertes mal llamadas naturales no son más que el punto terminal de una saturación de ácidos en el organismo”.
“Contrario a lo anterior es totalmente
imposible que un cáncer prolifere en una persona que libere su cuerpo de
la acidez, nutriéndose con alimentos que produzcan reacciones
metabólicas alcalinas y aumentando el consumo del agua pura; y que, a su
vez, evite los alimentos que originan dicha acidez, y se cuide de los
elementos tóxicos. En general el cáncer no se contagia ni se hereda…lo
que se hereda son las costumbres alimenticias, ambientales y de vida que
lo producen.”
“La lucha de la vida es en contra de la retención de ácido”.
“El envejecimiento, la falta de energía, el mal genio y los dolores de
cabeza, enfermedades del corazón, alergias, eccemas, urticaria, asma,
cálculos y arteriosclerosis no son más que la acumulación de ácidos.”
ENLACES DE INTERÉS:
FUENTE: www.wikipedia.org, Instituto Nacional del Cáncer de EEUU, Centro Internacional de Cáncer y Nutrición
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